Alguien una vez me contó que no necesito nada especial o algo tan complejo para crear una historia, que en realidad solo necesito mis ganas y mi imaginación, que las buenas historias reciden en la simpleza de esta vida y en la capacidad que tengamos para tranformar esta simpleza en tantas diversas realidades como nos sea posible imaginar, y que no es necesario ser un escritor de renombre para entrecruzar palabras y formar un buen cuento. Pero...¿qué hacer cuando tienes ganas de escribir, cuando te encuentras con una hoja de papel en blanco delante de tus narices, un lápiz en la mano y parece que justo en ese momento todas las ideas se han ido de viaje a un lugar muy lejos de tu mente?
Muchos optarian por dejar la hoja de lado, guardar el lápiz y apagar la luz para intentar dormir...más yo...sin tener mucho que decir comencé a trazar estas líneas y plasmar simplemente lo que mi corazón y mi cabeza sentían.
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