Giro tras giro, pirueta tras pirueta era el duelo de espadas, ambos contendientes sonriendo, ambos ya cansados.
Cada uno tenía un estilo propio y uno también copiado, técnicas vistas desde Inglaterra hasta Italia se batían ambos contendores.
Solo uno de ellos iba a quedar, aquel hombre de higados que con disimulo de la siniestra pudo clavar firme y certero la vizcaína en estocada mortal...
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