viernes, 6 de marzo de 2009

EL HADES Y EL PARAISO

Se abrió el gran portón de madera y en el interior sólo se podía ver una oscuridad muy densa. Ella, acompaña de dos mujeres que conocía muy bien, decidió entrar para ver que ocultaba ese lugar.

En el momento que entraba tuvo que subir a una especie de patinetas de madera que flotaba a 50 cms. del piso aproximadamente; esto era porque en lugar de un piso común a los demás, en este había azufre ardiendo y se veía como grande burbuja se reventaban y un olor insoportable lo envolvía todo.

Cuando comenzó a avanzar se fijó en que a su lado habían muchas habitaciones y no era necesario abrir una puerta, porque estas no la tenía; pero aún así no se podía ver nada en sus interiores, ya que la oscuridad lo cubría todo, sólo podía escuchar unos gritos espantosos que salían de allí. Ella sabía que eran personas; pero realmente se escuchaban como animales que están a la espera de la muerte y como si sufrieran un gran martirio.

En un momento se vio una gran luz y el pasillo terminó. Llegó a una gran sala, en un costado había una galería y en ella muchos jóvenes sentados.

- Bienvenidos – dijo una voz femenina, al darse vuelta vio 4 mujeres, muy parecidas a las de animes, vestidas de negro. Una de ellas les había hablado.

- Debemos irnos – era una de las mujeres que la acompañaba – ya es hora.

- No se vayan, aún queda lo mejor – comenzaron a insistir las mujeres de negro, que en realidad son como serpientes que tientan a la juventud para ir a aquel lugar. Pero ella decidió salir y en ese momento sintió un gran estruendo y al girarse vio como los jóvenes eran arrojados al fuego y se quemaban dando grandes alaridos tanto de dolor como de miedo; ya no había nada que hacer y continuó su camino.

Cuando ya iban saliendo un hombres las alcanzó – ella debe quedarse – señaló a una de sus acompañantes.

- ¿Cómo? ¡no es posible! – lloraba la mujer, pero no hubo remedio. Al ver, cuando las puertas se estaban cerrando tras de ellas, vieron como la mujer se encendió en fuego y de sus labios salió un grito horrible y la puerta se cerró.

- Esto fue porque no hizo caso a lo que Dios le había mostrado – dijo la mujer que aún quedaba con ella – ven tienes que ver otro lugar.

La siguió por un lugar donde no había nada; ni árboles, ni agua, ni tierra, ni siquiera era un hoyo, no era nada; pero de repente comenzó a nacer pasto verde y hermoso, crecieron unos árboles grandes y fuertes, más allá salió un riachuelo de aguas cristalinas, un pastor andaba con muchas ovejitas y al centro apareció una gran mesa con un mantel blanco y una cantidad impresionante de los más ricos manjares. La gente que estaba en ese lugar se veía muy alegre y todas iban con túnicas blancas.

Ella sintió un deseo enorme de quedarse en ese lugar.

- No, aún no es tu tiempo; aún te quedan cosas por hacer en la tierra – en ese momento que su última acompañante la decía eso, ella sintió como la alejaban de ese hermoso lugar.

- Nooooooooooooooooo!!!!!!!

Despertó sobre saltada, miró a su alrededor; estaba en su habitación recostada en su cama. Todo había sido un sueño; pero no cualquier sueño, sino que uno que iba a recordar el resto de su vida.

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