lunes, 5 de enero de 2009

Recuerdo mudado en realidad

“Antes del final, solo existe la realidad” esa frase resonaba en su tímpano, tan fuerte que parecía que el efecto de ánimo que quiso proporcionarle su mascota solo duró unos segundos, daba cuenta de que él, no era ese ave que con su llanto podía curar cualquier herida. ¿Sería cierto? Estaría cerca ese final, porque la realidad se estaba presenciando tan ruin y perversa que se sentía el sable enterrado en el pecho, quería huir, le dolía la cabeza, esa frase resonaba con un eco palpitante y ensordecedor… tenía que escapar por un instante de lo que hubo sucedido hoy, ayer, antier y desde hace años. Se quejaba porque temía que no podía olvidarse del engaño y el dolor de ahora en adelante, pues ya llevaba encima el recuerdo de lo ocurrido hace años, y esto solo le hacía más peso a lo que jamás pudo borrar, sabía que esto quedaría plasmado con fuerza en su corazón de tal manera que no podría arrancarlo jamás… aunque siguiera con su mentalidad de seguir siempre adelante, y de mirar las cosas de una forma positiva entendiendo que eso la haría hacer conciencia y así mismo el aprender seguiría siendo su más fuerte fuente de aliento y esperanza.

Estaba ahí, se había quedado pensativa después de que su madre hubo salido de la habitación, en realidad casi nunca dijo nada durante esa charla, más que para vociferar algún ¡Sí! O un ¡No!... incluso cuando mencionó que no quería ir a ese lugar para averiguar nada, ¿Para qué? Si ella ya lo sabía todo, claro no con detalles, pero por lo menos sabía que la cruda realidad se basaba en el engaño, al oír las palabras de su madre, en cada una de ellas quería encontrar una respuesta, no decía nada por lo mismo, pues en su mente saltaban como conejitos algunos recuerdos queriendo encontrar una solución a todo: ¿Qué haré? ¿Cómo lo haré? ¿Cuándo? tengo que buscar una solución, una solución lo más blanda posible, hay que ser suave y a la vez duro y con decisión.

Parecía como si hubiese llegado la hora, como si eso que tanto tiempo estuvo presente, eso que hace mucho por fin se le hubo encontrado un control, ya se había desencadenado, como quién contiene el llanto y después de retenerlo tanto tiempo no aguantara más y rompiera a llorar, la señal estaba ahí, presente, pero al parecer no se le ocurría algo para que las lágrimas dejasen de brotar. Las cadenas yacían solas, el prisionero había escapado, y ella no sabía aún cómo volver a atraparlo.

Le dio gusto que su madre saliera de su habitación, no porque era inútil que tratara de persuadirla o porque era demasiado temprano y quisiera dormir un poco más, la verdad es que el sueño se le había ido después de haber escuchado las quejas, los dolores, los rencores, después de que la veía para inmediatamente desviar la mirada y así no chocar con la de su madre y saber que en esos momentos no podía hacer nada, se sentía inútil… quería estar sola con sus vagos pensamientos, ahí, recostada, reflexionando, estuvo segura de que su madre quería lo mismo. Ella tenía varias respuestas flotando como cuando en medio de la tormenta surge uno que otro rayo, y uno ni siquiera se da cuenta hasta que se presentase o el ruidito o la iluminación que la presenciaba, supo que su mañana estaba fría, desolada y sin sentido y que en medio de todo ello estaba ella, escuchando cantar a un ave la hermosa melodía que cada mañana le hace bien.

Su madre le había pedido a ella que fuesen a buscar pistas, para acorralar al ladrón de sus sueños, buscarían pistas para incriminarlo e inmediatamente declararlo culpable, ¡Qué raro! ¿No se supone que ya se sabía que era culpable? ¿A caso no ya estaba escrito que todo lo acusaba? Sí, pero sin embargo, cuándo uno se siente lastimado por otro, y aunque haya más de mil respuestas regadas en los recuerdos… seguirá buscando pistas para acusar al culpable, sabiendo que lo único que encontrará es un puñado de congoja y profunda tristeza.

Veía brincar al guardián del consuelo a su cama, como sabiendo que su ama lo necesitaba, se acercó más a donde ella estaba, cubierta con las cobijas y resbalándole una lágrima y otra y otra, él llegó y quiso brindarle un lengüetazo en la mejilla como si eso fuese a desaparecer el dolor… parecía ser una guerrera vencida en medio del polo norte viendo descender a un ave sumamente grande, de plumaje rojo intenso, la veía envuelta en llamas acercándose velozmente a ella calculando que no había tiempo pues ella estaba en su lecho de muerte, entonces el ave fénix acercó un ojo al de ella y derramo una gota de cristal que cayó en su rostro haciendo que el dolor se fuera y la herida pudiera curarse… incluso parecía haber hecho una contracción, como la que se hace cuando se quiere reír, que tierno y dulce fue aquello.

1 comentario:

Leonoric dijo...

Eres genial
Cuando grande quiere escribir como tú ^^